jueves, 25 de febrero de 2010

Una y otra vez vuelvo a ese momento. Esa llamada. Esa noticia.

Recuerdo que mientras las lágrimas surcaban mi rostro repetía tu nombre una y otra vez, como si cuando dejara de decirlo realmente desaparecería. Era imposible, una broma de mal gusto; no había forma de que fuera real. Y sin embargo, por si en algún mundo paralelo en que las cosas ocurrían al revés, eso había pasado, yo seguía repitiendo su nombre para no dejarlo ir. Él, mi mejor amigo. Él, mi primer amigo. Él, que tantas veces me había acompañado, incluso mientras éramos demasiado pequeños como para recordarlo. Él, la persona a quien le debía tantas cosas por el simple hecho de existir. Él, que esa tarde me había despedido con una sonrisa, y hoy, alguién me decía que había tenido un accidente. "No pudieron hacer nada". Eso decían. Y lo único que podía pensar era que no era necesario hacer nada, porque el estaba bien.

Un funeral, una semana con la bandera a media asta, gente vestida de negro. Eso, y una verdad que no podía ser cierta, pero que era irreversible.

Días vacios, semanas, meses. El tiempo pasaba, y no me permitía pensar en otra cosa. "Llamame" le había dicho. "Mañana te llamo, te lo prometo", me respondió, y nos saludamos con una sonrisa. Pero ese llamado nunca llego, y en cierta forma, lo sigo esperando. "No pudimos hacer nada", y eso era lo que pasaba, nada; y tantas cosas a la vez. Desapareció. De repente y sin avisar. Lo busqué de todas las maneras posibles, mire sus fotos, sus cartas, sus cosas. Fuí al banco de la plaza donde nos sentabamos siempre a merendar. Recordé cada momento, cada palabra. Pero no obtenía más que recuerdos que poco a poco se iban olvidando. Cada vez podía recordar menos la forma de su cara, de su pelo. A veces iba corriendo a mi cajón donde guardaba su foto, porque me aterrorizaba el hecho de que se estubiera borrando de mi mente. Pero a pesar de todo, eso seguía ocurriendo. Cada día era igual que el anterior, y ese igual al siguiente. Solo trataba de recordarlo, y más tarde, intentaba no olvidarlo.

Me hice cada pregunta que pude, y no pude responder ninguna. ¿Por qué? ¿Y si hubieran hecho algo? ¿Alguna vez será lo mismo sin él? ¿Me voy a olvidar de todo esto?

Al fin lo único que me quedaron fueron los recuerdos, y lo único que me alivia, es saber que siempre será mi mejor amigo. Aunque ahora no este, aunque se haya ido, aunque haya muerto. Hasta siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Opiniones, cerezas y champignones.