sábado, 15 de mayo de 2010

A los paclúmenos del mundo.

Campos de birmiñas
rebosantes de rojo esclúmeno
giran ante el paso birimundo
del paciente y rápido esclero.

Visitantes de otros lares
los observan riborosos,
e invaden clarabundos
el ordenado rododento.

¿Escaparán estos paclúmenos
de aquel destino irmunde?
Tal vez vayan mornomios
o quizá corran vermenos.

Las birmiñas ya son grises,
vuelan trirllas y risueñas,
hasta llegar a esas tierras
riborantes y nirmuleas.

He de admitir que todos nos reímos al leer esta clase de poemas. Estábamos en la clase de Taller literario y teníamos dos actividades para elegir. Una era por ejemplo, el poema que yo escribí. Otra era la redacción de un último texto antes de morir. Todos nos entusiasmamos con la segunda idea, pero terminamos optando por la primera. Y como nos reímos! ¿Qué paclúmenos maravillosos saldrán de ese ropero?
Hugo nos deleitó hoy con otra de sus historias. Leyendo con una voz pausada y de acento dudoso tan característica suya nos contó la siguiente historia que a continuación resumiré:


Un hombre habla con su hijo antes de morir y le comunica a su hijo que quiere que cumpla su sueño de crear una estatua de oro a su héroe Petinatto. Le dice que quiere que exparsa sus cenizas sobre la tumba de Amalia Granata, entre otras cosas. Y al terminar su hijo le contesta:
-Papá, sos boludo hasta muerto.

Risas, aplausos, más risas. Igual después siguió la historia diciendo que también lo quería a el y a su esposa y que por algún motivo extraño quería asesinar a Johnny Depp. Eso fue el detonante de un intento de asesinato con un sacacorchos, una tijera, etc. Como una sabia amiga ha dicho, Johnny Depp es mi dios, y el dicta mi biblia. O al menos eso creo. En fin, como siempre, una típica y formidable jornada de sábado por la mañana.

Cuando esté inspirada voy a escribir la carta de mi muerte también. Con esto me retiro mis queridos paclúmenos, hasta la próxima.

1 comentario:

Opiniones, cerezas y champignones.