miércoles, 25 de enero de 2012

Qué grande boca, qué lindo ver un superclásico de nuevo (y ganarlo). Qué linda la siesta que me pegué hoy. Claro, siesta entre comillas porque fue como a las nueve de la noche, pero cuenta igual. Ahora sí, acaba de terminar el partido, grande Blandi. Me pica la espalda. Hoy pasó algo que me descolocó bastante. No me lo esperaba, no, para nada. Y otra cosa que no sé como tomarme. Ahora suena Pink Floyd, me revuelve un poco por dentro. Estoy algo perdida... ¿algo no más? No engaño a nadie. Pasó mucho tiempo desde todo, desde todo. Desde el último instante, pasó una eternidad. Estoy en un momento hiper sensible, ¡me fascina cuando eso pasa! O mejor dicho... hiper perceptivo. Es genial. Uno de esos momentos en que sentís como late tu corazón y como tu cuerpo se mueve, cada pequeño detalle. Como mis brazos tiemblan un poco y como se desprende casi imperceptible un pelito y me roza la parte de atrás del cuello. Como pestañeo, como si durara años ese movimiento. Hace cuanto no escuchaba Incubus. Demasiado, ¡demasiado! Qué buena onda, qué bien me caen. Harrison es la ley. Tengo que decidir, porque una vez que lo hago, las cosas se ponen fáciles. All I have is yours, all you see is mine. Qué buena canción. Qué ganas de sacarme los ovarios con una cuchara. Qué bueno está Conversación en La Catedral. Este año me quiero nutrir mucho en cuestión lectura. Me cansé de estar estancada, y si no absorbo, voy para atrás. Bueno.

Chau.

1 comentario:

Opiniones, cerezas y champignones.