Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero.
miércoles, 3 de marzo de 2010
Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero. Dinero.
"Con el dinero se puede comprar el libro, pero no la inteligencia, el lujo, pero no la belleza."
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Opiniones, cerezas y champignones.