sábado, 11 de septiembre de 2010

Una menos.

Su nombre era Estela. Vivía sola, tenía dos hijos y un nieto. Su perra se llamaba Candela, y ella la trataba como si fuera su tercer hija. Estela coleccionaba estampillas y era aficionada a la jardinería.
Hace una semana, la señora tuvo un accidente. Ahora no es más la "viejita" simpática que veías a la tarde baldeando la vereda. No es más la dueña de Candela. No es más la que hace las mejores tortas de manzana. Estela ya no es Estela. Ahora ella es un número. Un número más para la funeraria, un número menos para la compañía de teléfono, otro cliente perdido en el mercado de la esquina. Números, números, números. Una resta o una suma, que ni siquiera influye lo suficiente como para preocuparse por ello.
Estela vive ahora en la memoria, pero hay para quien sigue siendo ella. Hay una esperanza, todavía parece importarle a alguien. Por suerte para la compañía de electricidad, la heladera de su casa sigue enchufada.

1 comentario:

  1. Me hace acordar a ese capítulo de House en el que una chica está sola y Cameron le tiene que decir que tiene cáncer, y en lugar de decirle se hace amiga de ella. House se enoja porque no e dijo, y Cameron dice "una buena persona va a morir: a alguien debería importarle". Son realidades re tristes, pero nos son cotidianas.

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