martes, 19 de julio de 2011

“[…]Hay otra palabra fundamental en el idioma castellano, que es la palabra «mierda», que también es irremplazable. El secreto de la contextura física está en la r, que los cubanos pronuncian mucho más débil - mieLda - que suena a chino y en eso está la base de los problemas que ha tenido la Revolución cubana, en la falta de posibilidad expresiva.


A veces hay periódicos que ponen: «El senador fulano de tal envío a la M a su par…». La triste función de esos puntos suspensivos, realmente el papel absurdo que están haciendo ahí, merecería también una discusión acá, en el Congreso de la Lengua.

Lo que yo pido es que atendamos a esta condición terapéutica de las malas palabras. Mi psicoanalista dice que es imprescindible para descargarse, para dejar de lado el estrés y todo ese tipo de cosas. Lo único que yo pediría -no quiero hacer una teoría- es reconsiderar la situación de estas palabras. Pido una amnistía para la mayoría de ellas. Vivamos una Navidad sin malas palabras e integrémoslas al lenguaje porque las vamos a necesitar”.


¡Las malas palabras!

Fontanarrosa.

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