martes, 19 de julio de 2011


Juan es alto y flaco. Tiene el pelo relativamente largo para lo que estamos acostumbrados en un hombre. Pelo largo y rulos, así es él. Vive en Avellaneda y se levanta temprano para ir a estudiar. Aprovecha su desayuno tomando mate y escuchando Las Pastillas del Abuelo, e imagina como vendrá el bondi que va a tomar mientras camina hacia la parada. Es un buen muchacho, trabaja y no fuma, visita a sus abuelos en los domingos.

Juan se cayó en la habitación de su hermana cuando tenía cuatro años. El golpe que se dio contra el armario le dejó como recompensa seis puntos en el rostro. María, su mamá, al borde de las lágrimas y con cara de madreangustiada, lo llevó en un remís al hospital más cercano. El cirujano hizo un buen trabajo. La semana que siguió al accidente, recibió una caja de galletas de limón y una nota de agradecimiento. Juan, por otro lado, se llevó una pequeña cicatriz al costado del ojo izquierdo, que se nota cuando ríe, formando una especie de arruguita que quiso nacer joven.

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